La corrida de toros es un rito, tiene una liturgia que se cumple paso a paso y de la que son solo protagonistas el toro y el torero en el ruedo. Un rito, que requiere un sacrificio, y que es un sacrificio de muerte de verdad.

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Y es esa y no otra la justificación del rito, del espectáculo, de la corrida, de la fiesta. La muerte. El hombre en su infinita orfandad, en su atroz miedo a la muerte, busca una salida. Busca transcenderla. Busca la inmortalidad.

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El drama del hombre se ve por unos instantes resuelto. El torero que representa al hombre, vestido de gala porque la cita con la muerte así lo requiere, burla, juega y sentencia a la propia muerte que es el toro.

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El rito se ha consumado, el toro ha muerto, el torero ha triunfado. El hombre ha vencido a la muerte. Hoy ya es inmortal.

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Agustín Hervás, periodista y crítico taurino.